¡Cuidado entras en un blog peligroso!

Este es un lugar donde me expreso libremente y comparto con todo el que quiera mis inquietudes.



lunes, 30 de diciembre de 2013

Política y sociedad en España: una mirada histórica



Despido el año con la lectura del Manual de historia política y social de España (1808-2011), de Miguel Martorell y Santos Juliá. Los sociólogos necesitamos del análisis histórico permanentemente, son fuentes fundamentales para comprender las sociedades actuales, sin ellas no se pueden entender los cambios sociales, ni la situación presente.  Este texto analiza lo acaecido en España en los últimos doscientos años, conocer estos datos nos sirven para poder enfrentarnos de una manera más racional a los problemas y conflictos actuales, debería ser obligatorio que todos los ciudadanos tuvieran conocimiento de ello, no perderíamos tanto tiempo en darle vueltas y vueltas a las cosas para seguir equivocándonos siempre en las mismas cuestiones.

La lectura de los capítulos que contemplan desde la Transición a la época actual nos hablan de los grandes cambios que han existido en la sociedad española, una sociedad, como dicen los autores, en cambio permanente: “Presencia masiva de las mujeres en la universidad, en el mercado de trabajo, en la política; diversidad de unidades familiares; elevación general del nivel de escolarización y formación, emergencia de nuevos valores, secularización, llegada de millones de emigrantes de América, África y el este de Europa: son cambios profundos, que afectan a todos los órdenes de la vida y que se han consumado en un lapso corto de tiempo, como si la sociedad española se hubiera embarcado desde 1976 y, sobre todo, desde 1986, cuando comenzaba a salir de la crisis económica de la década de 1970 y firmaba la entrada en la Comunidad Europea, en un proceso de cambio que, por lo profundo, lo extenso y lo rápido, no tiene precedente en nuestra historia” (pág. 473).

Estos cambios profundos, extensos y rápidos han supuesto un gran avance para la sociedad española en cuanto a la elevación del bienestar de los ciudadanos, pero veo con tristeza como algunos de esos avances entran en recensión e incluso involución, ojalá me equivoque. La mirada histórica me ha servido para ver cuánto hemos cambiado y por qué.

jueves, 12 de diciembre de 2013

PENSAMIENTOS DE TEÓRICOS SOCIALES CLÁSICOS: COMTE, BOOTH, MANNHEIM, MARCUSE, PARETO.

De mis lecturas de los teóricos sociales clásicos he entresacado algunas frases, que me han parecido interesantes y me gustaría compartir.

“Creía que la razón no podía satisfacer todas nuestras necesidades y que las emociones modelaban nuestras ideas y acciones y determinaban nuestra felicidad” (Auguste Comte -1798-1857)
“Los trabajadores eventuales están destinados a ser muy pobres” (Charles Booth -1840-1916)
“Las ideas políticas no son palabras vacías: pueden tener consecuencias, e incluso mortales” (Karl Mannheim -1893-1947)
A mediados del siglo pasado “Marcuse (1898-1979) afirmaba que la organización existente de la sociedad producía “una represión excesiva” imponiendo un trabajo socialmente innecesario, restricciones innecesarias sobre la sexualidad y un sistema social organizado entorno a las ganancias y a la explotación”
“Los gobiernos habían practicado un “socialismo burgués”, empleando el proteccionismo y los monopolios estatales para beneficiar a algunos industriales y agricultores” (Vilfredo Pareto -1848-1923)

De qué poco han servido estos pensamientos, y qué poco hemos avanzado.

(Citas obtenidas del texto: 50 sociólogos esenciales. Los teóricos formativos)

La società delle paure. A proposito di Beauvoir e Padura

Un alumno italiano (turinés para más señas), Paolo Bottero, que está de Erasmus en la Facultad donde imparto mis clases de sociología ha traducido al italiano una de las entradas que publiqué en el mes de octubre. Me produce mucha satisfacción que algunas de mis reflexiones sean leidas por mis alumnos.
Esta entrada va dedicada especialmente a mis lectores italianos.


Le mie due ultime letture sono state un racconto di Simone de Beauvoir (L’età della discrezione) ed un romanzo di Leonardo Padura (Eretici),  scritti uno più di mezzo secolo fa e l’altro quest’anno. Entrambi i testi affrontano, tra le molte cose, le paure personali e collettive, che come tutti sanno si trascinano dai principi dell’umanità, e sono state analizzate da distinte prospettive filosofiche, antropologiche, sociologiche, psicologiche, etc. Tuttavia, considero che mai siano state tanto presenti come nella società attuale, colpendo così profondamente le relazioni sociali. Le informazioni che riceviamo ci parlano di guerre, incremento della povertà, sfruttamento nel lavoro, incremento dei suicidi, maltrattamenti e violenza contro le donne, riscaldamento globale, discesa dei salari, crisi economica mondiale, fine del welfare state nelle società occidentali, e moltissimi altri disastri; in definitiva, ci si dice continuamente che ci troviamo in un mondo di molteplici rischi e incertezze, quello che comporta generalmente un aumento delle paure individuali, che influiscono sulla nostra forma di relazionarci e di costruire la nostra società attuale e del futuro. Questa nuova società la stiamo costruendo dalla paura, la paura di perdere il lavoro, paura di perdere il nostro benessere, paura di perdere il nostro partner, paura della violenza, paura del futuro, paura di quello che mangiamo, paura degli altri, paura che si prendano decisioni politiche e economiche per persone e organizzazioni che non ci rappresentano, paura di essere costantemente sorvegliati, paura della malattia, cioè, paura, paura e paura.

In linea di principio, con l’evoluzione delle società, con l’aumento della conoscenza dovremmo avere più sicurezza, considerato che disponiamo di più strumenti per affrontare le paure, eppure, sta accadendo tutto il contrario, sempre più spesso predominano le paure. Cosa fare allora?, lasciarci trascinare in queste vie d’incertezza e insicurezza?, sommetterci a decisioni di qualche élite lontana dalle nostre realtà?, o forse, implicarci di più nella presa di decisioni locali?, essere più partecipi nelle organizzazioni e istituzioni delle quali facciamo parte?, pensare meno alla nostra individualità?, reimpostare le nostre relazioni con gli altri?. Queste domande e altre me le faccio continuamente, e anche se personalmente propendo per una partecipazione attiva, la realtà mi ritorna in maniera sempre più reiterata che non è questo quello che fa (o desidera) la maggior parte dei cittadini (questa maggioranza silenziosa, della quale si appropriano tutti i potenti). Probabilmente starò sbagliando, però non posso fare altro, comunque, dato che la realtà è contraria ai miei pensieri, continuerò con i miei desideri e i miei sogni, dal momento che come dice Simone de Beauvoir “Ho scoperto la dolcezza di avere un lungo passato dietro di me”.