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sábado, 25 de octubre de 2014

La casta (caspa) de la sociología en España.


Uno de los fenómenos sociales que más ha influido en la sociedad española en los últimos años es el Movimiento 15M, ese movimiento ha contribuido a canalizar el malestar y la indignación de una gran parte de la sociedad, sobre todo ha logrado que recuperemos el espíritu crítico racional. Los individuos luchan día tras día para expresarse más libremente, para hacerse oír en sus entornos familiares, sociales, laborales, educativos… En esa ola me he querido subir para hacer esta pequeña reflexión sobre la sociología en España.

Llevo en esto de la sociología desde el año 1973, es decir más de cuarenta años, casi toda mi vida, por lo tanto algo sé de este campo. No voy a hacer una historia de ello, tal vez en otro momento, ahora lo que me preocupa es el momento actual de esta disciplina, incidiendo principalmente en el sector académico. Como no puede ser de otra manera la sociología académica española forma parte del conjunto de instituciones que se construyeron en el franquismo y que lejos de apartarse de él adquirieron actitudes y comportamientos autoritarios, endogámicos, jerárquicos, que podríamos agrupar en uno solo, el de casta.

En los últimos años, sobre todo desde que se empezó a hablar de calidad, excelencia universitaria e internacionalización, las élites dominantes de la sociología han visto como las nuevas generaciones de sociólogos les podían cuestionar su status y poder, por lo que se han puesto en marcha para impedir el desarrollo de esos jóvenes, jóvenes que en muchos casos están mucho más preparados que ellos, que pueden aportar más innovación y que generan más conocimiento. Siguen actuando igual que siempre, lo que heredaron fundamentalmente de sus maestros franquistas, siendo endogámicos y seleccionando y favoreciendo a los más sumisos e incompetentes para que no les hagan sombra, ni les cuestionen nada, buscan esclavos que asuman todo lo que se les diga, ya que de lo contrario serían rechazados no solo por ellos sino por toda la élite, ya llamarán a sus colegas para que les corten el paso, incluso facilitan la entrada a otros profesionales (filósofos, economistas…) para puestos que deberían ser ocupados por su idoneidad y preparación por los sociólogos (¿qué hacen ante esto los colegios profesionales?).

También actúan en los lugares donde se va a acreditar a esos jóvenes (o a los que han sido expulsados por no ser sumisos), tales como aneca, cnaie, departamentos, decanatos, revistas de impacto, todos ellos financiados con recursos públicos. Lugares donde se reproduce la casta/caspa, donde se impide la entrada de nuevos profesionales, las más de las veces más preparados para afrontar las nuevas realidades. Catedráticos y titulares que no han investigado nunca, se lo hacen los sumisos, o si lo hicieron alguna vez ahora viven de las rentas contando discursos reiterativos que no aportan novedad alguna o abordan intereses muy personales, tales como la poesía o la novela, o buscan subvenciones económicas para acumular más dinero en sus arcas personales o para actividades que les sigan manteniendo su imagen narcisista y egocéntrica.

Con esas actitudes y comportamientos profundizan en las desigualdades, favorecen no solo a los hijos de esa casta, sino a los que disponen de más capital económico y social, no les importa el capital cultural adquirido por los que no han tenido la suerte de disponer de los dos anteriores.
Los jóvenes investigadores y profesores necesitan espacios para desarrollarse profesional y personalmente, no se les pongan más trabas, y menos los que representan lo más retrogrado de la academia y menos aportan al desarrollo de la sociología.

sábado, 11 de octubre de 2014

Joaquín Sorolla, un antídoto contra la depresión y los desajustes.


 


Desde hace ya una larga temporada en nuestro país están sucediendo muchos acontecimientos que hacen decaer nuestra credibilidad y confianza en las instituciones sociales, parece como si todo estuviera podrido, el ambiente de indignación social es generalizado, hables con quien hables todo el mundo está cabreado, yo diría que un paso más allá de la indignación. Los medios de comunicación y las redes sociales nos informan día tras día del deterioro institucional (económico, político, sindical, empresarial…) y del desajuste en el que se encuentra España (en palabras de Caballero Bonald); las desigualdades sociales aumentan (último Informe mundial de desarrollo humano), la pobreza afecta cada vez a más familias españolas (Informe de Cáritas). Todo ello nos lleva a un estado de frustración, de depresión social, que no vemos la forma de canalizar, lo que nos conduce a un camino sin salida, o bien a una salida destructiva personal y social, la deriva a una sociedad enferma va in crescendo.
En ello estaba hasta que recibí la llamada de unos amigos norteamericanos invitándome a visitar con ellos la exposición de Sorolla en Estados Unidos, que está llevando a cabo la Fundación Mapfre en Madrid. Desde el primer cuadro (¡¡Otra Margarita!!) hasta el último (Saliendo del baño) es un paseo por esta España nuestra de principios del siglo XX con una enorme luz que tan extraordinariamente captó el pintor valenciano. La belleza del realismo social, el sentimiento de identidad con las diferentes singularidades regionales, los contrapicados impresionistas cuasi fotográficos newyorkinos, la luminosidad casi cegadora en algunas de las obras, la alegría de los niños y jóvenes en la playa, esas sedas en movimiento producidas por el viento marino, la fuerza de las pinceladas, los colores tan vivos; cierro los ojos, mis emociones son de tranquilidad, son emociones placenteras que me traen sobre todo luz, claridad, con muchísimos matices sobre todo blancos, amarillos y naranjas. En fin, un baño mediterráneo de luz, color y ganas de vivir. Una vez más se demuestra que el arte es fundamental para la salud mental.
Esta exposición sí que es Marca España.