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miércoles, 20 de julio de 2016

La diversidad humana, somos distintos: Judith Rich Harris


El último ensayo que he leído y estudiado con intensidad ha sido el escrito por la psicóloga norteamericana Judith Rich Harris: No hay dos iguales. Individualidad humana y naturaleza humana. Le he dedicado varios meses para su lectura completa, ya que es denso y profundo en sus análisis.
Es un texto que principalmente cuestiona el papel que se les adjudica a los padres en la formación de la personalidad y conducta de sus hijos, tratando de desmontar lo dicho hasta el momento por diferentes teorías psicológicas e intentando demostrar que no hay dos personas iguales, que todos somos distintos. He aprendido mucho, de hecho voy a tener que cambiar mis opiniones sobre el proceso de socialización de las personas, así como mis apuntes de sociología.
De su lectura destaco parte de sus conclusiones finales:
La tendencia a adquirir una lengua es una de las cosas que hacen aptos a los humanos para la sociedad. Al igual que la tendencia a averiguar lo que los demás piensan. Otras tres cosas que adecúan a los humanos a la sociedad son su tendencia a establecer y conservar relaciones, su tendencia a ajustar su comportamiento a las normas y costumbres de su sociedad, y su tendencia a competir con otros miembros de su sociedad y, si es posible, a superarlos de alguna manera. (p.383)
Los compañeros son tan importantes para el sistema de estatus como lo son para el sistema de socialización, pero por motivos diferentes. Para el sistema de estatus, los compañeros del mismo sexo del niño son sus rivales, y una de las cosas que tiene que hacer el niño es averiguar cómo es él en comparación con ellos. No obstante, la información que le dice cómo sale parado en el cotejo no proviene necesariamente de sus compañeros: puede venir de cualquiera de su comunidad; cuanta más información, mejor.
La personalidad varía, en parte, porque las personas tienen genes diferentes; en parte, porque incluso las personas con los mismos genes tienen cerebros ligeramente diferentes; en parte, porque incluso las personas con los mismos genes tienen diferentes experiencias sociales; y, en parte, porque la variación y la división del trabajo son propiedades emergentes en los grupos humanos. (p. 387)
EL escenario de la socialización del hijo y de la formación del grupo ha sufrido un cambio dramático (excepcional, tenso, conflictivo y conmovedor). El cambio se llama, arquetípicamente, faceboock, que es, por cierto, el nombre propio que debería recibir la primera generación que ha experimentado el impacto de la red social. Faceboock ha subvertido de modo radical las reglas de formación del grupo, que ya escapan a cualquier control sociológico que puedan imponer los padres.
La gran novedad socializadora de esta década refuerza hasta un límite inquietante… sobre la escasa capacidad de influencia cultural de los padres sobre la personalidad y la conducta de los hijos. (p. 417)
 

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