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jueves, 25 de agosto de 2016

Molina de Aragón: De los tiempos del frío a la cultura participativa e institucional

A Molina de Aragón se le conoce por ser uno de los pueblos más fríos de España; sus habitantes cuentan cómo va cambiando el clima con el paso de los años, las nevadas van desapareciendo, las temperaturas tan bajas en invierno ya no son tales, el clima es más benigno. No sé si eso tendrá algo que ver con el incremento de las actividades culturales, si al tener más calor se han activado, pero lo que sí es cierto es que año tras año los ciudadanos de este municipio y las instituciones públicas van aumentando su oferta cultural.

Llevo yendo más de una década por esos lares, lo que me ha permitido observar lo dicho anteriormente. He visto cómo en los últimos años los jóvenes (y no tan jóvenes) han puesto en marcha múltiples actividades de cine, teatro, fotografía, pintura, música…, pero no lo han hecho de una manera pasiva, sino que han sido ellos mismos los actores: los músicos, los teatreros, los pintores, los escultores, los fotógrafos, etcétera. Es una cultura viva, activa, participativa, ilusionante. Los hijos de Molina de Aragón están forjados en sus fríos, pero tienen sus almas muy calientes.
Por otro lado, las instituciones públicas, sobre todo la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, están apostando también por estas tierras. Un ejemplo de este buen hacer es la múltiple exposición que ha habido durante este último mes de agosto, en la Casa de la Cultura de San Francisco, con los Apóstoles de Tartanedo, los Ángeles Inmaculistas de Peralejos de las Truchas y los instrumentos musicales en la obra de Cervantes. Un lujo, una maravilla. Mañana comienza otra: “Salvador Dalí y El Quijote”, seguramente excepcional también. Lamentablemente han sido muchos los años en que han estado olvidados, esperemos que esta línea de activación cultural de la zona no sea solo fruto de un momento o de un gobierno.

 
La zampoña: la sencillez, lo sublime.
 

viernes, 12 de agosto de 2016

Claves para comprender la conflictividad en los países árabes.


Desde mis inicios en los estudios de sociología siempre me interesó conocer qué acontecía en otras sociedades que no fuera la europea, sobre todo los conflictos sociales y en especial donde había guerras, desgraciadamente no me ha faltado nunca objeto de conocimiento y estudio.
Hace unos cuantos años ese interés se ha centrado prioritariamente en la conflictividad en el Oriente Medio: lo he estudiado y debatido con alumnos y con colegas, he coeditado un libro y una revista sobre estos asuntos, he investigado in situ en Libia, impartido alguna conferencia y discutido en redes sociales. Es decir, he acumulado bastante información, que me ha permitido formarme una opinión sobre qué es lo que pasa en esta región del planeta; no obstante, al ser este un conflicto tan complejo, tan enrevesado, me quedo siempre con la sensación de no entender completamente los por qué.
Con motivo de una conferencia, que impartí hace unos meses sobre los jóvenes europeos que se incorporaban a la lucha del Estado Islámico, descubrí un texto escrito en el 2015 por el periodista Javier Martín: Estado Islámico. Geopolítica del caos (Catarata, Madrid). Me ha parecido un libro muy clarificador, que nos aporta muchísimas claves para poder comprender la conflictividad existente en esos países, en esas sociedades no occidentales.
De su lectura destaco fundamentalmente un verso del Corán, que cita en sus primeras páginas: “Dejad que de entre vosotros sobresalgan aquellos que conocen lo que es bueno; que dicen qué es lo correcto y qué lo diabólico. Ellos serán los que triunfen” (sura 3 “La familia de Imran”, aleya 104). Considero que aquí está la clave de todo, a lo largo de la historia de la humanidad siempre han existido unas minorías que se han otorgado la posesión de la verdad, unas veces por inspiración divina, otras por creerse superiores, otras por ser votadas por mayorías o minorías, otras por su fuerza física. Como consecuencia de ello han intentado o logrado imponer “sus verdades” a los demás. Elites políticas, religiosas, económicas, belicistas o mafiosas que han manipulado a los seres humanos en favor de sus propios intereses. Pues bien, aquí sigue pasando lo mismo.
Lo diferente en estos momentos es que la globalización mundial hace que haya muchas más elites, muchísimos más intereses particulares, su entrecruzamiento haga más compleja la interpretación de lo que sucede y la solución sea más compleja. Mientras tanto, los que sufren, padecen y mueren son los mismos, los desheredados, los que menos tienen.
Javier Martín hace un análisis riguroso, su estancia en esos países en conflicto hace que sus datos sean bastante fiables, su conocimiento exhaustivo y sus deducciones plausibles. Nos habla del papel de los estados occidentales en el origen y en el caos en que se ha convertido su intervención, sobre todo desde la guerra en Irak; de las dictaduras de Libia, Túnez, Egipto… a las actuales de Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos o Siria. A las alianzas internacionales para imponer sus verdades, como es el caso de Israel o Irán, entre otras. Los intereses de todos esos países, a través de sus elites, han llevado a la aparición de múltiples grupos terroristas y a la construcción del Estado Islámico, de lo que escribe ampliamente. Nos da también una visión actual de qué es lo que pasa en los países vecinos: Libia, Túnez, Argelia, Mali o Turquía.
Un excelente libro que aclara muchas cuestiones, pero que a la vez abre las puertas para seguir intentando comprender el caos existente en esas regiones.

lunes, 1 de agosto de 2016

Tradición y mestizaje en la Europa actual


En el mes de junio mis compromisos profesionales me enviaban a la Universidad de Viena a presentar los resultados de una investigación sobre la responsabilidad social de los universitarios españoles, lo que aproveché para hacer un recorrido por varias ciudades del centro de Europa: Lyon, Estrasburgo, Munich, Viena, Zurich y Ginebra, empezando y terminando en Barcelona.
Algunas de estas ciudades ya las conocía con anterioridad, por lo que he podido ver su evolución con los años. Mis primeras impresiones han sido muy positivas, pues en todas ellas he podido disfrutar de su belleza patrimonial y de sus joyas artísticas. Lyon es entrañable, Estrasburgo impresionante, Munich seria, Viena seductora, Zurich atractiva, la vieja Ginebra con su aplastante religiosidad y Barcelona cada día más multicultural. Hemos recorrido sus partes más viejas, pero a la vez las más atractivas, las más sugerentes.
La tradición cultural estaba impresa en cada una de las calles, de las casas, de las iglesias, de sus monumentos; ha sido un recorrido por la historia europea, con unas raíces bastante comunes, aunque con su peculiaridad localista. Ciudades todas ellas que tuvieron una gran impronta en algún momento de la historia y que han logrado mantener algunas huellas de esas épocas para transmitirlas a la Humanidad.  Lástima que no nos sirvan para aprender de los errores cometidos y volvamos a repetirlos una y otra vez.
El mestizaje cultural actual es totalmente visible, el futuro pasa por ello, cuánto más se tarde en buscar y encontrar los cauces de poder convivir en paz entre las diferentes culturas peor será, no hay vuelta atrás, ya somos mestizos. Las experiencias en defender a ultranza la pureza de las etnias, de las razas, de las religiones o de las culturas, como la mejor forma de convivencia, han sido siempre nefastas y se han llevado por delante a millones de seres humanos. Es deseable que no volvamos a caer en esas barbaridades, la búsqueda del consenso no tiene tregua, aunque el conflicto está servido, no hay nada más que darse una vuelta por estas ciudades, de hecho se está haciendo patente en los últimos tiempos con los atentados terroristas en territorio europeo, que se intentan resolver con terrorismo de estado en otros lugares del mundo.
La paz en el mundo será una realidad que contemple todas las culturas, si no es así no la habrá.

(El becerro de oro sigue siendo lo importante)