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miércoles, 23 de noviembre de 2016

La demonización de la clase obrera: Owen Jones

 
 
Cuando a casi nadie le interesa la clase obrera, pues la mayoría de las personas del mundo occidental se consideran de la clase media y se alejan posicionalmente de la clase trabajadora, hete aquí que un joven británico escribe un análisis exhaustivo y muy riguroso sobre ella, para identificar su persecución y acoso por los medios de comunicación, los partidos políticos, los líderes de opinión, los poderes económicos, gran parte de los ciudadanos e incluso por parte de los mismos obreros.
 
Su principal tesis es que la clase obrera es considerada como irresponsable, salvaje e indignos de cualquier cosa. Percepción que se inicia en el Reino Unido en la época de Margaret Thatcher: “Creo que el que está dispuesto a trabajar más duro debería obtener las mayores recompensas y conservarlas después de los impuestos, y que deberíamos apoyar a los trabajadores y no a los vagos” (p. 81). El mundo es de los individuos, no de la comunidad. Imagen que también es compartida por muchos laboristas: “Consideran a la clase trabajadora como una especie de problema. Beben demasiado, fuman demasiado, no cuidan de sus hijos como deben, son irresponsables, vagos y racistas” (p. 109).

Estos estereotipos y prejuicios son compartidos por muchas personas de la clase media. Seguro que si en nuestro entorno comunitario hacemos la pregunta: ¿A qué clase perteneces?, la respuesta sería mayoritariamente: “A la clase media”. Todo el mundo quiere ser clase media, tener sus valores y sus estilos de vida, alejándose lo más posible de la clase obrera.
Hay una frase de Owen Jones que quizá resume esta situación: La demonización de la clase trabajadora es un modo implacablemente racional de justificar un sistema irracional. Demonízala, ignora sus preocupaciones y racionaliza una distribución enormemente desigual de la riqueza y el poder como justo reflejo de la valía y capacidades personales. Pero esta demonización tiene un fin aún más pernicioso. Se aplica una doctrina de responsabilidad personal a toda la gama de problemas sociales que afectan a ciertas comunidades de clase trabajadora, ya sea la pobreza, el paro o la delincuencia. (p. 222)
Entresaco otra frase del texto de Owen Jones por su semejanza con la situación del PSOE en España: El laborismo está fuera del poder porque perdió el respaldo de la clase trabajadora, y millones de votantes desencantados de clase trabajadora han abandonado completamente las urnas. Esta es la razón por la que el mayor problema en la política británica actual es la crisis de la representación de la clase trabajadora. (p. 308)

domingo, 13 de noviembre de 2016

Mirror and music. Saburo Teshigawara/KARAS

Resultado de imagen de mirror and music saburo teshigawara


El mejor tratamiento ante el conflicto social o personal es una dosis ajustada de arte. El arte hay que tomarlo de manera cotidiana en pequeñas dosis, pero hay momentos en que ante un proceso agudo hay que inocularse una dosis más alta. Pues eso es lo que he hecho este fin de semana, me encontraba agotado por la cantidad de trabajo que se me ha acumulado en los dos últimos meses y estaba cansadísimo de tanta información política donde se refleja el triunfo del individualismo más reaccionario que ha tenido la humanidad.
En esas estaba cuando decidí un tratamiento rápido de arte y me fui a ver un espectáculo de danza contemporánea japonesa en el Teatro Central de Sevilla. Desde el primer momento la luz y el sonido toman el protagonismo de la coreografía; con un ímpetu rapidísimo las luces y las sombras unidas a un ruido ensordecedor te van introduciendo en un mundo de caos y armonía. Un sonido atroz, ensordecedor, con una luces intermitentes te trasladan a momentos de tu vida en el que deseas que se pare el mundo, que te quieres apear. Pero cuando parece que la intensidad es insoportable aparece la calma con una música apaciguadora, relajante y armoniosa, fusionada con unos danzantes que parecían no tener esqueleto, sus movimientos eran suaves, sensuales, con una gran flexibilidad.
Caos y orden, como la vida misma, forman parte la humanidad desde los principios, tan necesarios uno y el otro. Tras el caos siempre hay algo de luz, la vida siempre tiene un resquicio de luz para comenzar de nuevo el orden, la paz. Incluso hay un momento en que el caos puede ser atractivo y placentero.
Un juego de luces, sombras y sonido con el que juegan de una manera seductora y mágica. Una danza que se presenta infinita, podrían estar siempre en movimiento hasta el fin del mundo, para poder volver a empezar una nueva vida.
Tal vez estemos en nuestro planeta en un momento de caos, tal vez tengamos la sensación de que nuestro mundo se esté rompiendo día tras día, tal vez el desorden actual, el incremento de las desigualdades nos hagan estar temerosos ante lo que se nos viene encima, tal vez… Sin embargo, tal como se puede deducir del espectáculo, tras el caos siempre habrá alguna lucecita con la que iniciar otra etapa vital.

(P.D.: Hay vida después de Rajoy y Trump, jajaja)